En otro tiempo hubo, en México, un “Presidente Caballero”, otro, “del
Empleo” y hasta quienes ofrendaron su vida defendiendo nuestra moneda “como perro”.
Con motivo de la pandemia, las redes sociales localizaron, en México,
al “presidente del contagio” (dos millones 084,128 personas desde la
aparición de esa enfermedad).
Integrantes del gabinete legal y ampliado han sido contagiados,
destacadamente el encargado de combatir el mortal virus, Hugo López Gatell quien según medios de prensa está hospitalizado pero, a decir de la autoridad, se encuentra en casa).
La fallida política mexicana anti covid provocó la muerte de 185,257
individuos, en su mayoría en edad de trabajar.
A los problemas de salud, desempleo e inseguridad de los mexicanos
agregue usted la baja en las remesas, una moribunda actividad
turística y el que seamos herederos del “partido de la delincuencia
organizada” según ha informado el presidente Obrador.
“Hay regiones en donde la delincuencia organizada decide quién debe ser el candidato y quién va a ser el presidente”.
De acuerdo con la agenda bilateral, los presidentes Joe Biden y Andrés Manuel López Obrador sostendrán un encuentro virtual esta mañana de lunes 1 de marzo.
En ella, Obrador plantearía al presidente Biden un programa similar al Programa Bracero (1942-1964) esta vez en favor de los mexicanos “y la oleada de centroamericanos” que obligadamente pasan por nuestro país.
En aquellos años, al menos 5 millones de mexicanos cruzaron a Estados Unidos de manera legal. Ganaban en dólares.
Parco en su hablar, Don Lupe, conocedor del tema migratorio (formó
parte del Mexican Farm Labor Program) y refugiado desde hace medio siglo en la CDMX toma su tiempo y exclama: como están las cosas, “que Dios nos agarre confesados”.
Ya vimos que ante el coronavirus y otros males poco o nada ha servido el “Detente enemigo… el Corazón de Jesús está conmigo” que AMLO lleva en su cartera o guarda debajo de la almohada.
Si Biden y Obrador atendieran la migración regional, “abordando sus
causas fundamentales, aumentando la capacidad de reasentamiento y las vías de inmigración alternativas legales”, la caldera reduciría su
presión; de lo contrario, como dijera aquel, que Dios nos agarre
confesados.
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