La situación de violencia y control del crimen organizado que se vive en diferentes Estados de la República Mexicana como Sinaloa, Guanajuato, Tamaulipas, Michoacán, Guerrero y Querétaro, entre otros podría replicarse muy pronto en la entidad mexiquense, no es que no exista, ya lo hay desde hace décadas, pero un problema que no ha sido atendido debidamente y que amenaza con seguir creciendo es el “poder” que se le ha permitido tener a grupos locales que han avasallado a la ciudadanía encargados de sembrar el terror y muerte.
En la mayoría de municipios la delincuencia está muy bien organizada (mejor que los gobiernos locales) para controlar los secuestros, robo en todas la modalidades y el cobro de piso o renteo.
Es loable la labor que intenta hacer el gobierno del Estado de México en sus mesas de paz, pero mientras siga el ataque mediático contra las acciones que realiza y el menoscabo contra los operativos Atarraya, todo va a seguir igual o peor, hay que reconocer que han cometido errores algunos malos elementos y eso ha dado pie a que se denigre el actuar de las fiscalías federal y estatales.
La realidad es que grupos como Uson y los 300 en Ecatepec y la zona de Zumpango, incluido Tecámac; ACME en el valle de México, el sindicato y los rojos en Neza, los huachicoleros en los límites de Hidalgo y en municipios de valle Teotihuacán han demostrado tener mejor organización que las instancias gubernamentales, pues no solo siguen operando e infiltrándose a los gobiernos municipales, sino que han llegado al colmo de ser aceptados por sus propias víctimas como opción en algo muy semejante al síndrome de Estocolmo.
Este inicio de semana el alcalde de Tlalnepantla, Raciel Pérez Cruz fue enfático al señalar que no cederá ante presiones del grupo ACME, quienes pretenden seguir lucrando con espacios públicos, transporte público y concesiones de grúas que, dicho sea de paso, ni siquiera están cerca de una normatividad administrativa.
Antes, durante su toma de protesta, Juana Carrillo, alcaldesa de Cuautitlán advirtió algo semejante, pero ahora viene lo difícil: lograr que las instancias de gobierno cierren filas con los presidentes municipales para garantizar su propia seguridad personal e incrementar acciones de preventivas y correctivas para disminuir ese poder fáctico que se les permitió por años.
La preservación de la paz es el mayor reto de la gobernadora Delfina Gómez quien tendrá que tomar acciones definitivas para lograrlo, pero es de suma importancia generar una cultura de denuncia y protección a denunciantes para sacar a la entidad mexiquense de ese rezago de violencia, corrupción y delincuencia que heredaron a la presente administración.
Por cierto que algunos generadores de opinión siguen nutriendo el rumor de la supuesta renuncia de la gobernadora Delfina Gómez y hasta manejan el regreso al poder del grupo “Mexiquenses de corazón”, pero es demasiado obvio que son rumores o notas periodísticas que obedecen a una línea política con el fin de tratar de desestabilizar al actual gobierno y seguirán día con día pero la realidad se ve lejana pues aunque tarde, ya se vislumbra el control que el grupo en el gobierno estatal va tejiendo y el apoyo de la presidente Claudia Sheinbaum será definitivo para que no suceda lo que buscan desde las tierras de Moctezuma… Y YA.