En política, la ventaja del honesto es la escasa o nula competencia que tiene.
Ningún partido, en ninguna parte del mundo escapa a la corrupción.
La mayoría de los mexicanos, si no es que todos, desconfía de los
partidos políticos, de sus diputados y senadores, de sus alcaldes o
gobernadores.
Desconfía del sistema político y de quienes operan en él.
Todo el tiempo, en todo el mundo, los partidos políticos han
encabezado los ilícitos, seguidos de la policía, los gobernantes y,
los legisladores.
Dígame usted quien sería un prototipo de honestidad:
¿Los Bejaranos de Morena?
¿Los Elba Esther Gordillo, Romero Deschamps, Yarrington, Moreira,
Herrera Beltrán, Granier, Javier Duarte y Cesar Duarte del PRI?
¿Los Jorge Emilio González, del Verde?
¿Los García Luna o Armando Reinoso del PAN?
¿Los Rosario Robles, del PRD?
¿Los Elba Esther Gordillo, del naciente RSP?
La mordida, el cochupo, por delante para obtener una prebenda, sea
personal o en favor del grupo al que pertenecen.
Yo imaginaría una línea directa entre corrupción, (cualesquiera que
esa sea) y violencia (política o de género) más ahora que están a un
paso los comicios locales y federales en todo México.
En el “feis” leí recién a Francisco Núñez Escudero, un joven “papá de
tres”, doctorado en administración pública, “comerciante y empresario
desde niño”, según su propia descripción y, avecindado en
Tlalnepantla, como yo.
Quiero agradecer al “conocedor de los problemas urbanos y del agua en
nuestro país”, el haber leído una entrega de CONTRAFILO en la que hago
referencia al gatopardismo, y subirla a su muro.
En Tlalnepantla, cierto estoy, se vive un difícil y complicado
escenario, ahora que estamos próximos a elegir un nuevo presidente
municipal.
Deje le digo que el priismo mexiquense, encargado de postular al
abanderado del PAN-PRI y PRD tiene una información y los partidos
coaligados tienen otra.
Intereses personales o de grupo están en juego.
Desde mi punto de vista, si la triada oposicionista quiere vencer a
MORENA en los comicios del domingo 6 de junio, deberá arropar a
alguien alejado de la corrupción o vinculado a escándalos y sin
capacidad manifiesta como gobernante.
Elegir a un candidato competitivo, de buena fama pública y probada honestidad.
Si no, como dijera el filósofo de Güemes, “pos no”.
Que el frente aliancista le haga al gatopardismo; total, no hay fecha
que no se cumpla.
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