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Mi querido Ecatepec, bautizado con la sangre del Siervo de la Nación

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En mi reciente visita a Mexicali B.C., al saber mi origen, una periodista del norte me preguntó de manera sarcástica que si era cierto que en Ecatepec hasta los perros traían armas y que Ecaterror era famoso por su gente mala.

Tocaron el orgullo mexiquense y me doy cuenta que en el Norte de la República solo se conoce de Ecatepec la violencia y derramamiento de sangre que se maneja incluso en los boletines oficiales del gobierno de mi municipio, pero Ecatepec es más que corrupción y sangre, es espacio de crecimiento para quien quiera superarse.

A manera de defensa, comenté que Ecatepec es algo más que su percepción, que es un municipio pujante con una mayoría de gente buena, trabajadora y que busca un cambio, que Ecatepec es historia y aunque no la comprenden la mayoría, pues vienen de fuera, para quienes amamos al municipio, sí nos importa y llena de orgullo.

Decirles que Ecatepec fue históricamente paso obligado de grupos como los mexicas en su peregrinar de San Luis hasta la ahora CDMX; comentarles que de Ecatepec, el cerro del dios del viento, por su vocablo náhuatl Ehecatepetl, salió el primer gobernante de la conquistada Tenochtitlan, nieto de Axayácatl y sobrino de Moctezuma Xocoyotzin, quien luego de ser el Tlatoani local pasó a tan importante cargo, su nombre Huanitzin, más tarde bautizado como Diego de Alvarado Huanitzin, el corredor que lleva su nombre está siendo acabado por las grasas de los puestos ambulantes ante la indolencia gubernamental.

El cerro que dio nombre al municipio cuenta con la llamada “piedra equinoccial” donde se realizaban ritos para adorar a su dios del sol, Tonatiuh y hasta la fecha se celebran los solsticios y equinoccios con un increíble y pintoresco evento no organizado por la autoridades sino por oriundos del lugar.

Existen docenas de grabados antiguos en las piedras de cerro sagrado y hay un sin fin de hallazgos en obsidian, jade y demás piedras que atestiguan la historia del municipio más poblado de Latinoamérica.

Cerca de ahí, existen pinturas rupestres antiquísimas que nade les ha dado la importancia real y que han sido vandalizadas pero sobreviven al tiempo, negándose a borrar de la historia un pasado milenario y esperando que alguna autoridad tenga el intelecto de darles el valor.

Le hablé del derruido, pero importante albarradón, construcción segunda en importancia en América Latina y que en su momento sirvió para evitar inundaciones y evitar que se mezclaran las aguas dulces del lago Xaltocan con las saladas de Texcoco, infraestructura olvidada y tapada para que pudiera operar el Mexibús.

En Méxicali tienen una presa llamada Morelos, pero en Ecatepec tenemos su tumba, aunque no sus huesos y el lugar donde fue sacrificado el Siervo de la Nación.

La hoy conocida Casa de Morelos, antes casa de los virreyes,donde fue fusilado sirvió como casa de descanso para quienes venían de Europa para dirigirse a la Nueva España, incluidos Maximiliano y su esposa. Hoy bajo el cuidado (olvido) del INAH trata de sobrevivir a la modernidad que amenaza con destruirla para ampliar la carretera.

Ecatepec es un lugar multi cultural que alberga a gente de Guerrero, Michoacán, Oaxaca, Chiapas y muchas entidades más, que en la pre modernidad se construyó el puente de Fierro, del mismo autor de la Torre Eiffel.

Las ONG´S hablan de más de 70 mil jóvenes metidos en ilícitos, replicó, sí es cierto son cifras calculadas en la incidencia, pero de ser así no representan a los casi 4 millones de habitantes, de Ecatepec ha salido desde un gobernador (Eruviel Ávila), hasta un periodista galardonado con la presea Estado de México (Javier Salinas) y ahora un premio México de Periodismo, sin contar que es hogar de una campeona de boxeo y medallistas.

Para finalizar solo aseveré: ser mexiquense es un orgullo, pero ser de Ecatepec es otra cosa. Fin de la conversación.

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