Nunca como ahora la figura de Cabildo se ha convertido en un ring-show que poco bien hacen a la ciudadanía y no porque los valientes regidores saquen a luz pública los errores administrativos, ni tampoco porque, en muchas ocasiones, logren un mejor posicionamiento de imagen que el mismo alcalde, sino por el simple hecho de que las denuncias presentadas y casi siempre bien documentadas no son atendidas por la autoridades correspondientes, concretamente por el OSFEM.
Es desesperante ver que los medios de comunicación denunciamos casos de corrupción bien sustentados, con facturas alteradas o sobreprecios, licitaciones amañadas, nepotismo, tráfico de influencias, violaciones a la ley de toda índole y esas mismas se presentan en la Fiscalía Anticorrupción y ante el Órgano Superior de Fiscalización del Estado de México y hasta ahora no hay una sola notificación de llamados para comparecencia o investigación iniciada.
Es plausible que los mismos regidores de Morena, acusen a sus alcaldes del mismo partido, pero parece que las tres encomiendas del partido amlista de “no robar, no mentir” no aplican a nivel municipal.
En Cuautitlán Izcalli, varios regidores, entre ellos Miguel Ángel Huesca, advirtieron desde junio las inconsistencias en la licitación de unidades para seguridad pública y para recolección de basura, con sobreprecios y falta de cumplimentación del contrato, pero nunca hubo respuesta, obvio los diputados de Morena, guardaron silencio.
A través de esa administración los regidores, raramente, han solicitado auditorías e investigación, así como el retirarle ciertos privilegios al alcalde Ricardo Nuñez Ayala, pero nada sucede, a nadie le interesa la población del joven municipio, hay silencio legislativo.
En Coacalco, se han dado los casos más escandalosos de corrupción y desvío de dinero con visto a las mismas instancias desde principios de año, pero tampoco ha ocurrido nada y también los diputados han guardado silencio, quiero pensar que no quieren enrarecer el clima al interior de su partido ante la proximidad de los cambios de dirigencia, pero se les olvida que el pueblo los eligió para representarlos y defenderlos de estas lacras, no para usufructuar entre negociaciones políticas.
Es más, los diputados tienen conocimiento pleno de las anomalías frecuentes de la casa de la serpiente, se enteraron por los medios de comunicación, por escritos y por denuncias ante el OSFEM, pero el silencio sepulcral habla del miedo o respeto hacia el dirigente Serrano que es quien opera ene se lugar junto con el llamado grupo Tlalne-Izcalli.
En Ecatepec, se generó un pequeño conglomerado entre el cuarto regidor, la síndico procurador y dos ediles más, aunque no han presentado quejas oficialmente, sino solo por redes sociales, son el contrapeso de la cargada morenista, aunque sin muchos resultados.
Así en muchos de los 125 municipios, los regidores sacan la cara para denunciar anomalías, pero los diputados guardan silencio.
La pregunta es ¿Para qué el cambio en la titularidad del OSFEM si todo sigue igual?
El silencio de la LX Legislatura ubica una complicidad aberrante para la ideología de Morena y por supuesto del presidente Andrés Manuel López Obrador y cierto estoy que en algún momento la federación pondrá orden, si es que quieren mantenerse en el poder.
Es tiempo de que el gobierno estatal también actúe y se investiguen los casos frecuentes de corrupción pero la estabilidad política pareciera mayor que la claridad administrativa, un pueblo sin ley y una ley sin pueblo, así es el Estado de México.